A principios de este mes se conoció la noticia de que Shiloh, la hija de Brad Pitt, eliminó el apellido de su padre. Más allá de si él fue un buen padre o no, esto puede ser un pequeño reflejo de cómo los roles tradicionales están siendo redefinidos. La paternidad se considera cada vez más secundaria en la estructura familiar.

A menudo se subestima la importancia de la figura paterna dentro de la dinámica familiar, ya que es la madre quien lleva a los hijos durante el embarazo y de quien suelen depender en sus primeros años de vida, lo que hace que la figura del padre parezca prescindible. A lo largo de la historia, y especialmente en la actualidad, nuevas corrientes han considerado a esta figura como algo accesorio e innecesario.

Se ha reforzado la creencia de que es suficiente la figura materna para la crianza de los hijos. Según determinó el Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia «Family Watch» en su informe de 2015: «Existe un convencimiento social generalizado de que el padre y la madre son intercambiables. El modelo social ideal y dominante ahora es consistente en la relación madre-hijo, relegando al padre como prescindible.»

Sin embargo, el padre es una figura central en el desarrollo emocional y social de sus hijos, desempeñando un papel insustituible en la formación de futuras generaciones. Sigmund Freud, al igual que muchos psicólogos, ha resaltado la importancia de la figura paterna, señalando: «No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de un padre». Así también, el sociólogo estadounidense David Popenoe afirmó que: “Los padres son mucho más que simplemente los segundos adultos del hogar. Los padres implicados traen múltiples beneficios a los niños que ninguna otra persona es capaz de aportar.”

En Latinoamérica, un alto porcentaje de niños crecen en familias sin una figura paterna. Un ejemplo de esto se puede ver en Colombia donde, según datos del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana en un estudio de 2017, el 56% de las mujeres son madres cabezas de hogar, es decir, hogares en los que la madre es la única proveedora económica y emocional.

Reportes de Gallup en 2018 indican que América Latina es la única región del mundo donde la proporción de mujeres cabezas de hogar es igual a la de hogares biparentales, con un 30% cada uno, mientras que a nivel global el promedio de hogares con madres cabezas de hogar es del 13%. Por su parte en Ecuador, según las estadísticas del INEC, existen 1.7 millones de familias en las que solo existe la figura materna en la crianza.

La falta de una figura paterna durante la niñez tiene un gran impacto psicológico en los niños. Un estudio llevado a cabo por The Family Watch concluyó que la ausencia de una figura paterna en el hogar puede llevar a algunos niños a actitudes violentas y antisociales.

Este estudio se dio tras las revueltas juveniles de 2011 en Tottenham, donde más del 80% de los detenidos eran jóvenes sin padre. Otro estudio realizado en 2018 relacionó la paternidad autoritaria, indulgente o negligente con un mayor consumo de drogas y alcohol en la adolescencia.

Además, las estadísticas muestran que el 94% de los jóvenes con antecedentes delictivos no han tenido un modelo masculino de conducta positiva en sus vidas. También se ha demostrado que, crecer con un padre ausente, puede causar problemas de baja autoestima.

Según los psicólogos, esto se debe a que la figura paterna tiene un rol protector, aportando seguridad y cohesión al sistema familiar. El rol paterno es el que transmite autoridad, hace cumplir las normas, y debe complementarse con el rol que ocupa la madre dentro del sistema familiar.

Para cumplir el rol de padre, no basta con ser sólo el proveedor económico, como alguna vez se pensó. Los padres deben estar involucrados en la crianza de sus hijos. Muchos estudios demuestran que el afecto, el apoyo y la comunicación, junto con la supervisión y las normas claras y coherentes transmitidas por el padre, favorecen una autoestima positiva y una mayor capacidad para resistir a las presiones sociales del grupo.

Es así que debemos resaltar la crucial importancia del rol de un padre en la familia, o de quienes han asumido ese papel, ya que su influencia en el desarrollo psicológico de las personas es incuestionable. La figura paterna, con su presencia y apoyo, contribuye significativamente a la formación de individuos seguros y equilibrados. Por lo que es importante que reconozcamos personalmente y a través de políticas públicas este rol vital del padre en la construcción de la familia y la sociedad. Como dijo Benjamin Franklin: “un hermano es un consuelo, un amigo es un tesoro, un padre es ambos.»