Como argumenta Maritain, la Declaración de los Derechos humanos se basa en un acuerdo sobre principios prácticos de acción, no sobre la base más profunda del pensamiento filosófico especulativo de fondo. Por esta razón, según explica el mismo autor, no se puede decir que por aceptar ciertas normas pragmáticas respecto a los derechos de la persona humana se puede decir que uno está aceptando todo el bagaje cultural, filosófico y civilizatorio que hay detrás.

El acuerdo se basa en la común experiencia humana de la que emana similares preceptos morales, no en la justificación de esos preceptos basados en razones teóricas más abstractas. Por eso un musulmán, un comunista, un liberal, un cristiano o cualquier otra persona, por más que esté en franco desacuerdo respecto a su visión global de la realidad, pueden estar en acuerdo sobre los derechos fundamentales de la persona, sin detrimento para sus bases de pensamiento.

Por esto es ridículo decir que la DUDH es occidental, ya que no se necesita partir de los postulados filosófico occidentales —muy diversos por añadidura— para llegar a las mismas conclusiones de derechos prácticos. Igual que Khan puede llegar a esas conclusiones partiendo del Islam, lo pueden hacer los marxistas o los chinos partiendo de sus postulados filosóficos, lo que no significa que nadie se someta al pensamiento del otro, sino solamente que todos parten de las mismas experiencias humanas, y, por tanto, pueden defender los mismos derechos.