La ciencia es la primera en comprobar que desde la fecundación se forma un nuevo ser con ADN.
A puertas de una discusión fundamental para el Ecuador, es irónico que la Asamblea llame a expertos a determinar desde qué momento existe la vida y desde qué momento es lícito abortar. Y digo abortar porque la “interrupción del embarazo” no se reanuda, es decir, no hay interrupción de nada, simplemente se acaba con el embarazo. Si la ley parte mal con un tema semántico, ¿cómo se espera fundamentar el resto?
Antes de discutir cuándo se inicia la vida, es necesario plantear interrogantes que se están obviando a la discusión: ¿Cuántas mujeres están presas por abortar en el Ecuador? ¿Es lo mismo prohibir que castigar? ¿Qué se ha hecho para precautelar la integridad de mujeres en riesgo de que pueden o son agredidas? ¿Qué opciones dan a una madre que quiere continuar con el embarazo? ¿Cómo efectivizar la detención de los violadores? Que la vida humana empieza en la concepción, es un hecho. La ciencia es la primera en comprobar que desde la fecundación se forma un nuevo ser con un ADN único e irrepetible que depende de la madre, pero que inicia un proceso de desarrollo particular. La filosofía refuerza este postulado, pues aquello que se está desarrollando como una ‘cosa’ (el embrión en la madre) tiene la esencia de dicha ‘cosa’ (un ser humano). Si el feto desde la concepción se está desarrollando como ser humano, es porque tiene la esencia de un ser humano. Hasta la lógica matemática indica que la vida podría considerarse una función continua; si en algún punto de la función no hay continuidad, se pierde la vida. No se puede ‘descontinuar’ la vida en el día 1, 57…, y pretender que la vida siga; el evento que corta la función es la muerte. Por tanto, desde la concepción hay vida y esta termina con la muerte definitiva. Esforcémonos como pueblo para preservar la vida de quienes quieren ultrajarla. (O)
Ignacio Frixone Naranjo, estudiante de Ingeniería, Chile